Comentario
Junto a las ciudades, en el mundo musulmán tradicional crecían los arrabales, zonas periurbanas que suministraban a la ciudad -y aún lo hacen- alimentos y mano de obra, gracias al trabajo agrícola y ganadero. Existían espacios de propiedad individual como huertos (yanna), jardines (riyad) carmina o "viñas" (karm) y almunias. Más lejos de la ciudad, el espacio se distribuía en castillos, poblados campesinos y grandes fincas. Los segundos, habitualmente llamados alquerías, estaban ocupados por pequeños y medianos propietarios.
Buena parte del espacio geográfico en el que se expandió el islam no era cultivable, al tratarse de zonas desérticas o semidesérticas. Este hecho promovió, según Cahen, la combinación de formas de economía agrícola y pastoral.
El sistema social típico de los espacios extraurbanos es la institución tribal, característica de los clanes árabes de Arabia, de los desiertos de Siria y Mesopotamia y de los beréberes del Magreb. Las diferentes estructuras sociales y culturales que ocupan dos ámbitos tan alejados como el urbano y el rural en el mundo musulmán han propiciado la existencia de conflictos permanentes. Ibn Jaldún (siglo XIV) definió las diferencias entre el campo y la ciudad, alabando las ventajas de la vida sedentaria (hadari) frente a los inconvenientes del nomadismo (madani).